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Diecisiete anécdotas sobre Fernando Belaunde

Publicado: 2013-02-12

UNO

La mejor foto de Belaunde en la campaña Presidencial de 1956, aquella en la que aparece saludando con el brazo en alto, no fue una foto de estudio. Sucedió que a Belaunde lo invitaron a un homenaje a otro colega en la Universidad de Ingeniería. Justo en esos días había aceptado la invitación a postular que le había formulado el Frente de Juventudes Democráticos y fue recibido con una cerrada ovación. Ese momento fue captado por el brillante fotógrafo Víctor Medina. La foto era tan buena que se adaptó para la campaña, pues calzaba magistralmente con su personalidad y hasta la fecha emociona ver esa foto. Víctor Medina, quien aún vive, siempre fue un apreciado dirigente de Acción Popular.

DOS

El incidente del 1º de Junio en la plazuela de la Merced que vulgarmente se conoce “como el manguerezo”, que otros llaman “el ultimátum de la Merced, pero cuyo nombre más adecuado sería el “beau geste” de Belaunde fue calificado por la revista Caretas en un artículo que tenía este significativo título “Así nacen los líderes”. Volviendo a Caretas, la revista se refirió al mitin final de la campaña el 8 de Junio de 1956 en la plaza San Martín con este título “El hombre de la bandera llenó la Plaza San Martín” y en el texto del artículo dijo “Belaunde ratificó en la Plaza San Martín haber ganado las calles y eso es indiscutible”. Además expresó “fue superior a la de Mayo del 45 cuando en esa plaza habló Víctor Raúl Haya de la Torre en el mitin que los apristas llamaron el “mitin del retorno”.

En esa ocasión Haya había vuelto al país, del que estaba ausente desde 1934.

He tenido oportunidad de estar en esos dos mítines, el del 45 y el del 56 y doy fe de que lo que dijo Caretas es cierto. Solo se olvidó de señalar el fervor de la multitud en el mitin de 1956.

El 08 de Junio de 1956 terminó la hegemonía política aprista.

Las siguientes anécdotas se refieren a aspectos de algunas obras realizadas por Belaunde, especialmente la Marginal de la Selva, la burla y el desprecio con que fueron tratados por la torpe oposición a Belaunde, tanto del aprismo como del gobierno militar y lo que realmente significaron.

TRES

La Marginal de la Selva ha sido el proyecto geopolítico más importante de la historia del Perú. Su sola concepción y más aun su ejecución califican a Belaunde como estadista. Aparte de la primera anécdota relatada por el mismo Belaunde, las demás reflejan la mezquindad, es la palabra más exacta de quienes nunca soportaron la superioridad intelectual y moral de Belaunde.

Transcribimos parte de un discurso del Presidente Belaunde el 29 de Setiembre de 1982 al concluir una carrera automovilística titulada la “Marginal de la Selva”. Yo quisiera porque tal vez es de interés para los participantes y sus amigos referir muy brevemente porque y como concebimos este Proyecto. Un día estábamos, hace más de 25 años, en San Ramón – como ustedes bien saben la selva más cercana a Lima, en el fundo la Residencia de mi ya desaparecido amigo el señor Signon, y a la hora de comer él, como buen pionero me dijo: “mira usted, si el Perú tuviese varias San Ramones”, y yo le contesté “pues los tiene”.

“Este tiene una altitud tal vez de unos 800 metros o de unos 500 metros. Es cuestión de recorrer el nivel desde San Ramón hacia el sur y desde San Ramón hacia el Norte y a esa misma altura encontraremos condiciones o eclógicas, climatológicas y hasta paisajistas muy similares”.

“Tan simple como eso fue el origen de la Carretera Marginal de la Selva”.

“Pero la gente joven y todavía estaba yo entre ellos tuvo mucho que hacer. Recurrí a mis alumnos de la Universidad Nacional de Ingeniería, entre ellos el Ingeniero Lorca, y los agrupé por equipos y a cada equipo le señalé una zona de la selva alta a estudiar. Unos trabajaron en Bagua, otros en San Martín, otros en Tingo María, en el Pachitea, en el Pichis; otros en la región del Satipo, del Tambo, del Apurímac y finalmente otros en el Madre de Dios y en el río Heath. De esta manera pude poner al trabajo a unos 30 jóvenes alumnos de Ingeniería Civil del quinto año, que se graduaron con esa tesis de grado”.

“Me complace decir que cuando llegué al Gobierno en 1963 y acordamos con Colombia, Bolivia y Ecuador mandar hacer el proyecto de reconocimiento y pre-factibilidad, la firma TAMS nos entregó un proyecto ya mucho mas estudiado, que tenía muy pocas variaciones de lo que nosotros habíamos concebido a la luz del entusiasmo y de la dedicación juveniles en aquellos años en que el idealismo hace verdaderos milagros. La juventud, pues, está muy vinculada con este proyecto que yo no llamaría, como se ha dicho aquí, del infierno verde, sino del dorado verde”.

La modestia de Belaunde que lo lleva a calificar de simple el origen de la concepción de la Marginal, no impide que lo consideremos magistral pues con él se logra duplicar el área agrícola del país y que un departamento, San Martín, que era el último del país en producción agrícola ya fuera en 1980 el primer productor agrícola del país. La copia de este discurso está en el Mensaje Presidencial de 1983, pág. 644.

CUATRO

En el campo de la vialidad es tal vez el mejor donde Belaunde define mejor su nato espíritu de constructor y su notable visión de estadista. Planteó y definió con exacta óptica del futuro un proyecto de alcance continental como es la Carretera Marginal de la Selva.

Por tan auténtica creación fue designado como “el hombre del año” por la Federación Internacional de las Carreteras en 1967.

Por el mismo motivo, ya en el exilio, recibió un premio especial del Congreso Mundial de Arquitectos en la ciudad de Rimini, Italia donde recibió una medalla de oro que le entregó Giulio Carlo Argan eminente catedrático de la Historia de la Civilización y más tarde Alcalde de Roma quien tuvo frases consagrantes para nuestra carretera colonizadora comparándola con la vialidad romana, los caminos de la sal o, como la vialidad de los Incas” Dijo el maestro que la Marginal “es camino civilizador”.

CINCO

Si en el exterior calificaron la Carretera Marginal de la Selva como la concepción geopolítica más ambiciosa en América desde que se construyó el Canal de Panamá aquí, en su patria, brotó la envidia infortunada que divide.

No solo no mereció el apoyo que la magnitud del proyecto merecía sino que se llegó al extremo de la fácil incredulidad irónica acerca del proyecto que hasta era motivo de mofa por cualquier comicastro.

Durante el primer gobierno de Belaunde en una intervención del Senador aprista José Ferreyra García este alego que la Carretera Marginal no existía y que eso era un cuento del Presidente Belaunde. El autor de estas líneas, quien también era Senador, le replicó que acababa de visitar la Marginal, la última semana y que ésta estaba en plena construcción.

En reacción típicamente aprista y no teniendo como negar mi evidencia, varió su argumentación y dijo otro adefesio: “que esa carretera la había iniciado el gobierno anterior de Manuel Prado y que el Presidente Belaunde la había puesto el nombre de la Marginal”.

SEIS

Mas sería y verdaderamente inconcebible afirmación sobre la Marginal de la Selva la produjo el Sr. Víctor Raúl Haya de la Torre quien interrogado por el periodista César Hildebrandt de Caretas acerca de este proyecto dijo textualmente: “Es una utopía, un sueño irrealizable de Belaunde”.

Lo anecdótico y asombroso es que este reportaje es de 1973 cuando la “utopía” tenía más de 600 kilómetros de construida y miles de peruanos asentados en esas tierras.

SIETE

Volviendo a la Marginal hay que recordar que un proyecto de tal magnitud estuvo totalmente abandonado los doce años del gobierno militar, pues ni mantenimiento le dieron.

OCHO

Y para finalizar con la Marginal, cuando el Presidente Toledo le dio a la Marginal el nombre de Fernando Belaunde Terry en el diario oficial “El Peruano” apareció un artículo titulado “El rescate de la marginal en el que se decía textualmente”. Por increíble que parezca la Carretera Marginal solo avanzó 20 kilómetros en los últimos quince años, es decir un poco más de un kilómetro por año”.

Creo que, felizmente, ahora está totalmente asfaltado.

NUEVE

Las anécdotas que siguen reflejan, sin duda alguna, los graves afectos dela malsana costumbre nacional de desdeñar completamente la obra del gobernante anterior, mas si el gobernante de turno es el del mandón de siempre.

En su primer gobierno Belaunde cumplió su promesa electoral de dar acceso vial a la red nacional a las provincias que no la tenían. Por tanto quedaron conectadas Corongo, Chuquibambilla, Antabamba, Pomabamba, Piscobamba, Huamachuco, Jumbilla, Rodríguez de Mendoza, Tambobamba Llamellín y Cajatambo. La última estaba en el mismo departamento de Lima.

Para apreciar la importancia de esta obra basta recordar que de Chachapoyas, la capital del departamento, a Rodríguez de Mendoza se necesitaba cinco días a lomo de bestia antes de la carretera, lo que se hizo en cuatro horas con la carretera.

Interrumpido su mandato por el golpe militar Belaunde no pudo cumplir con la provincia de Bolívar.

Lo anecdotario y aleccionador es que en su segundo mandato recién pudo hacerlo. Fueron doce años perdidos para esa provincia.

En cinco años Belaunde conectó once provincias a la red nacional vial. La “revolución” en doce años fue incapaz de cumplir con la única que faltaba.

DIEZ

En su primer gobierno Belaunde construyó las obras de la primera etapa del proyecto de irrigación de Tinajones, se inició el túnel del Conchano previsto como parte de la segunda etapa y el proyecto integral había quedado estudiado y financiado por el Gobierno de la República Federal Alemana en condiciones óptimas.

Cuando Belaunde regresó al gobierno en 1980 no solo no se había iniciado la segunda etapa que estaba prácticamente financiada, sino que ni siquiera se había terminado el túnel de Conchano, que él había iniciado.

Otra vez más; doce años perdidos para la irrigación de Tinajones.

ONCE

En el primer mandato de Belaunde por iniciativa del Ejecutivo se aprobó la Ley 16667 del 21 de julio de 1967 que declaró de necesidad y utilidad pública la ejecución de las obras del proyecto Chao, Virú, Moche y Chicama (Chavimochic) la construcción y equipamiento de una Central Eléctrica en el lugar llamado Pampa Bonita y la construcción de una carretera de acceso a la bocatoma en el río Santa.

Pasaron, otra vez, doce años de total inacción en tan importantísimo proyecto, que hoy es, sin duda alguna el pilar de nuestra agricultura de exportación.

Y recién el 1º de Julio de 1981, otra vez por iniciativa de Belaunde se aprobó la Ley 23527 que declaró de primera prioridad para el gobierno de 1982-1983 la construcción de proyectos eléctricos entre ellos la Central Hidroeléctrica Pampa Blanca, Proyecto Chavimochic, se dictaron otras disposiciones legales referidas al mismo proyecto y finalmente la Ley 23350 de Presupuesto del Sector Público que crea la Autoridad Autónoma del Proyecto especial Chavimochic.

La Ley 23556 del Presupuesto para el Sector Público de 1983 autoriza la realización de las obras comprendidas en la Ley 23257 mediante Licitación Pública Internacional con financiamiento interno y externo.

Y finalmente el Presidente Belaunde firmó la Resolución que convoca la Licitación internacional de Chavimochic. La foto que registra este hecho en Caretas tiene como título “Y Chavimochic se hizo”.

Esta es otra palpable demostración de que un proyecto de la importancia que hoy se reconoce a Chavimochic estuvo totalmente paralizado los doce años del gobierno militar y que solo volvió a tomar el impulso que merecía y aún financiación con el segundo gobierno constitucional de Belaunde, pese a las adversas circunstancias económicas en que desarrolló su gobierno.

Las anécdotas que siguen han sido encontradas en relatos de Belaunde en el libro Pueblo por Pueblo y dejamos la palabra a Belaunde.

DOCE

La variante de Tasajeras – Pág. 62 de Pueblo por Pueblo “Hemos podido comprobar en nuestros viajes que aún en el villorrio más humilde se encuentran ciudadanos capaces y activos que sus vecinos sin duda escogerían para la tarea del gobierno local, si se pusiera termino a la usurpación que cometen impunemente nuestros gobernantes nacionales”.

Para dar una idea de lo que vale y lo que hace el hombre humilde del Perú voy a contar una anécdota vivida en uno de mis viajes por el Perú Norte.

Acabábamos de cruzar la cordillera por el abra de Porculla a dos mil ciento cuarenta y cuatro metros de altitud - el paso más bajo de nuestros Andes. Habíamos salido a medianoche de Chiclayo y nos dirigíamos al Marañón para encontrarnos con los indios aguarunas. Nos detuvimos en una fonda para desayunar el nutritivo y criollo “encebollado” de los camiones. Un hombre del pueblo me miraba inquisitivo desde el fondo del destartalado comedor. Se acercó a saludarme por haberme reconocido por una foto periodística. Lo invité a que compartiera nuestro desayuno y de inmediato se identificó como un arriero dedicado a llevar ganado de las serranías de la cercana San Felipe hasta su pueblo natal de Olmos en los arenales costeños. No tardé mucho en captar la lucidez mental, la energía y el espíritu cívico de este hombre que el ir y el venir por la cordillera había hecho robusto y dinámico. Pude apreciar su inmenso amor al terruño. “Cuando a mi pueblo llega algo de agua – me dijo – la tierra prueba su feracidad dando frutos magníficos “efectivamente las tierras de Olmos cubiertas antiguamente de bosques de algarrobos albergaban una gran población ganadera habiéndose enriquecido en materia orgánica hasta el punto de que están reputadas como de las mejores. El ciego afán de obtener carbón de palo destruyó la riqueza forestal y con ello languideció la ganadería sustentada por los algarrobos. Desde entonces Olmos y todo el norte sueñan con la irrigación que el Gobierno de Leguía no logró llevar adelante.

Todo hombre, orador o no, es elocuente cuando traduce en palabras un ideal profundamente sentido. Este arriero me expuso brillantemente el anhelo máximo de su pueblo natal: la irrigación Yo lo hablé del proyecto del recordado ingeniero Sutton, una de las grandes autoridades hidráulicas y el pionero de la propuesta irrigación de Olmos. Estibamos en ese momento mirando las aguas que, enriqueciéndolas con las, del tabacones por una obra de interconexión, Satton se proponía desviar de la vertiente del Atlántico a las del Pacífico. Muy a mi sorpresa este humilde hombre objetó respetuosamente la solución planteada por el técnico norteamericano. No dejó de sorprenderme su atrevimiento al observar el trabajo de un ingeniero eminente. “Mi diaria labor -, me dijo: me ha llevado a conocer bien estas quebradas. Las he recorrido todas a pie y he contado los pasos”. Me relató, enseguida, su exploración detallada de la quebrada de Tasajeras que, a su juicio, deberá seguir la red de canales y túneles para cruzar, cerca de Porculla, el macizo relativamente bajo de los Andes del Chamaya.

Admiré en este hombre rudo el interés por servir a su pueblo. “Tengo seguridad añadió que los cuarenta kilómetros de canales y túneles propuestos por el ingeniero Sutton se modificarían a la mitad si se modificará el proyecto original por esa ruta “Hablaba con aplomo este hombre que nunca manejó el teodolito pero cuya recta y limpia mirada parecía tener la precisión del lente. Recordé que en la época de los estudios el Instituto Geográfico del Ejército no había publicado todavía la hoja e la Carta Nacional, correspondiente a Olmos. Era evidente que esta falta de cartografía había hecho muy difícil el planteamiento inicial del Proyecto, basado en penosos recorridos a pie y a caballo por abruptos senderos. Ello explicaba que no se hubiese considerado la variante propuesta, máxime si la carretera que ahora recorríamos no existía en ese entonces.

Tuvimos mis acompañantes y yo, con instantánea simultaneidad, una sensación de confianza en este arriero con alma de constructor y decidimos permanecer para que nos mostrara, en el terreno lo que en ese momento bautizamos como “La Variante de Tasajeras” pudimos ver el sitio propuesto para la represa, aguas abajo del lugar escogido por Sutton y por consiguiente con un caudal aumentado por los afluentes. Exploramos con la vista la quebrada hasta la línea de cumbres no lejanas. Le pedí al ingeniero José Portugal a cuya amable atención debía este viaje aleccionador, que en uno de sus frecuentes pasos por la zona hiciera una nivelación para comprobar topográficamente, lo que, a la vista, ofrecía ya un evidente interés.

Meses más tarde me visitó el Ing. Portugal en mi despacho de la Facultad de Arquitectura que se había dado el trabajo de realizar la nivelación requerida. Acudimos de inmediato a la oficina de un distinguido maestro de la Universidad que fue ayudante del recordado Sutton en su frustrado intento de realizar la irrigación detenida en 1930 por una fuerte convulsión política. Al principio este colega se mostró lo incrédulo ante la posibilidad de mejorar el planteamiento de quien fuera su apreciado jefe pero cuando hicimos traer el mapa del Ejército y trasladamos a él los datos obtenidos del trabajo de campo, reconoció las grandes posibilidades de esas variantes que reduciría, por lo menos en una tercera parte, el recorrido de las costosas obras de desviación. Recordé, en esos momentos, al entusiasta ciudadano que sin haber pasado por la Universidad nos dio, con simultánea elocuencia una mañana, en Porculla, la doble lección de ingeniería y civismo en las aulas majestuosa de nuestros Andes.

Las tres anécdotas siguientes son expresiones directas de Fernando Belaunde y Violenta Correa.

TRECE

La primera la relata Belaunde en la pág. 147 de la edición de Pueblo por Pueblo de Enero de 1995. Dice: “En 1979 nos encontrábamos en nuestra franciscana campaña en el Alto Mayo. Nuestro vehículo era un camión, estábamos en la caseta el piloto, mi mujer y yo. En la plataforma de carga instalamos un colchón y un plástico para proteger de la lluvia a mis amigos que viajaban a la intemperie Pronto un diluvio hizo más difícil nuestro viaje, cuando recorrimos el tramo entre Aguas Verdes y el abra de Pardo de Miguel.

Caída la noche sin que hubiese menguado el aguacero reconfortaba a mis acompañantes diciéndoles que en la cercana laguna de Pomacocha encontraríamos un confortable hotel que mandé construir en mi primer gobierno.

Grande fue nuestro desencanto cuanto comprobamos que esa construcción había sido abandonada, inconclusa, por mis sucesores. Allí están sus columnas al borde del lago que tiene varios kilómetros de largo, a una altitud de 2,233 metros.

Nos consolaron los lugareños y nos llevaron a un destartalado hotelucho, construido a base de tablas y que para colmo de males estaba cerrado. Logramos ubicar al dueño, sin amedrentarnos los ladridos de feroces perros guardianes. Nuestro cuarto tenía a manera de escala unos cajones de cerveza. Nos alumbraba una vela. Cuando mi mujer objetó las pallas de aquel albergue yo exclamé: Apaga la vela y piensa que estás en el Hotel Bolívar a la mañana siguiente aceptamos filosóficamente las deficiencias de las precarias instalaciones sanitarias.

Llegado nuevamente al gobierno ordené que se concluyera la construcción del Hostal, tan irresponsablemente detenido por mis improvisados sucesores. Llegué de nuevo a Pomacocha como Presidente de la República, disfruté de su excelente alojamiento de un jugoso almuerzo.

Y aquí viene el corolario de esta anécdota. No hice sino dejar el Gobierno y se clausuró el Hotel. El pueblo naturalmente, salió a la calle a protestar. Hubo heridos y hasta un muerto. Pomacocha que marca la mitad del camino entre Chiclayo y Tarapoto carece de facilidades hoteleras adecuadas. Es que nuestro país puede definirse infortunadamente como un país de constructores pero también de destructores.

Lo digo como Arquitecto, más que como gobernante ¡Es trabajoso construir! Pero que fácil es destruir.

Estas dos últimas anécdotas reflejan nítidamente al abandono que hizo el gobierno “revolucionario” de las obras de Belaunde y se suman a las anécdotas antes señaladas referentes a obras tan fundamentales como lo Marginal. Tinajones y Chavinochic.

CATORCE

Esta anécdota figura en el Rescate de la Memoria III Pág. 166 cuando al referirse a los 87 centros comunales que estaban a cargo de violeta correa ella cuenta “que los primeros 20 centros comunales fueron construidos mereda a un donatario de US$ 300,000 destinados por un matrimonio peruano que residía en Europa y que sólo solicitó dos cosas. La primera permanecer en el mis estricto anonimato. Solo Violeta Correa conoció a los donantes y nunca reveló sus nombres. El segundo pedido fue que esos primeros veinte centros llevaran el nombre de Luis Enrique, un pequeño hijo recién fallecido. El centro Luis Enrique VI que estuvo a cargo de mi esposa y otras señoras es el situado en Nocheto. El agustino y al cual siempre visitan en el día de la Madre y en Navidad. El centro Luis Enrique V es de Chosica.

Las tres últimas no son anécdotas propiamente dichas pero valen como tales, son la expresión del mismo Belaunde en el libro Pueblo por Pueblo.

QUINCE

El antiguo asentamiento de agricultores tiroleses y alemanes, en el Pozuzo, constituye un enclave europeo en plena ceja de selva. Las familias, fieles a su cultura original, la han mantenido, aunque sin dejar de adaptarse al medio. En varias generaciones han adquirido una invalorable experiencia sobre la Selva Alta, sin haber olvidado sus propias tradiciones. Es un caso típico de mestizaje cultural.

Pero, habrá tiempo para hablar de esta extraordinaria colonia agrícola y ganadera. Por ahora, quiero ocuparme de su expansión. Pues la orografía la limita severamente, hacia tierras más amplias en el llamado “codo del Pozuzo”.

El río discurre encañonado por varios kilómetros, hasta que rompe el contrafuerte y da un viraje hacia tierras más amplias. H e ahí el codo.

Me impuse el deber de visitarlo, partiendo en helicóptero, desde Constitución, que se encuentra a unos 100 kms, hacia el este. Fue un viaje de una media hora, en que pudimos admirar como la Selva Baja se convierte, súbitamente, en Selva Alta dominando, al fondo, el inmenso muro andino. Pudimos sobrevolar el codo. Mirándolo se tiene, por un lado, el estrecho cañón, con aguas torrentosas y, después de la curva a ángulo agudo, el río se apodera de la planicie y se abre en muchísimos brazos, fertilizando grandes extensiones de tierra, así enriquecidas.

Aterrizamos en el pequeño poblado. Las casas y huertas están dispersas; no hay unidad urbana. Pero, la población sigue manteniendo sus viejas costumbres, con igual fidelidad a las montañas tirolesas, como a la cadena andina. Me sentí honrado de estrechar las manos, encallecidas por el trabajo, de expertos agricultores. Qué gran capital significa tener allí esa experiencia. Qué ejemplo para las nuevas generaciones. Hoy se llega a pie o a lomo de bestia, pero ya la vialidad se acerca. En pocos lugares he podido apreciar condiciones más favorables y atrayentes para el hábitat humano.

Hace algún tiempo se produjo, infortunadamente, un atentado terrorista contra aquellos esforzados colonos. Ms no lograron atemorizarlos. Han reparado los daños y han permanecido allí. El Codo del Pozuzo es una región de esperanza. La naturaleza ha sido pródiga y el hombre está presente. El país debe dar el mayor apoyo a estas comunidades remotas, de un Departamento como Cerro de Pasco, donde no todo es cordillera, donde no toda la riqueza está en el subsuelo, sino a flor de tierra cuando se sabe trabajar el agro. Recomiendo a todos los peruanos marcar, en su mapa del Perú, el Codo del Pozuzo, más o menso a la altura del Huarmey y a medio camino entre el Huallaga y el Pachitea, entre Panao y Puerto Inca. El futuro lo justificará.

DIECISÉIS

Viajando por la Carretera Marginal, entre Aucayacu y Tocahe, con Juan Mendoza, gran conocedor de la Selva, llegamos cansados y hambrientos a un lugar conocido con el nombre de “Toro Mata”. No era un pueblo, no era un caserío. Era simplemente un lugar en la carretera.

Mas, nos impresionó su pulcritud, su limpieza, sus ollas que brillaban y el aroma de sus potajes nativos. Detrás del rústico mostrador, una alegre cañetana, morena, entrada ya en años, ponía la nota de optimismo con su perenne sonrisa.

Nos detuvimos a almorzar y lo hicimos en las condiciones más favorables. El aseo, al que ya he hecho alusión y, en segundo término, la excelente cocina de nuestra amiga de Cañete. Nos tomamos unas fotografías que ella tuvo la bondad de exhibir más tarde en su puesto. ¡Cuántos pioneros habrán pasado por allí, cuántos hombres en busca de un futuro y, a la vez, cuántos aventureros en busca de ganancias no muy santas!

Cada vez que me tocó hablar, ya en mi segundo gobierno, con los viajeros por este tramo de la Carretera Marginal, entre Aucayacu y Tocache, pregunté por la morena de “Toro Mata”. Siempre me trajeron sus saludos, sus recuerdos afectuosos. Yo creo que una persona de tales condiciones, si bien no trabaja directamente la tierra, es una gran animadora de la colonización. Sus servicios esmerados, por un lado. Su sonrisa, por otro, tan tonificante constituían aportes muy importantes para dar la nota de optimismo y alegría en aquella promisoria región, no exenta de riesgos, teatro a veces de grandes tragedias.

Años después me enteré, con profunda pena, que la morena de “Toro Mata” había fallecido. Guardo de ella el grato recuerdo del compatriota solidario y del gobernante agradecido.

DIECISIETE

No todos los viajes son exentos de preocupaciones. En enero de 1981, realizamos uno al río Comaina, a las pocas horas de haber recuperado nuestras fuerzas. Falso Paquisha.

El torrentoso río discurre, aguas debajo de la Cordillera del Cóndor, cuya línea de cumbres marca la frontera con el Ecuador. Es terreno muy accidentado, selvático y lluvioso. En la ubicación de un antiguo puesto de vigilancia, se había detectado, el 22 de enero, la presencia de tropas del vecino país. Maliciosamente, lo habían bautizado con el nombre de Paquisha, que corresponde a un pueblo ecuatoriano del río Nangariza, al otro lado de la Cordillera del Cóndor. Era una manera de confundir a la opinión pública internacional. Al recuperar nosotros aquel lugar, se daría la impresión de haber incursionado en terreno ajeno.

Hicimos frente a ese ardid, rebautizando el puesto con el nombre de “Falso – Paquisha”. La noticia dio la vuelta al mundo y se impuso la verdad.

Cuando rescatamos el puesto, decidí constituirme allí personalmente. Lo hice a las pocas horas, aterrizando en Ciro Alegría, el campo que, con clara y oportuna visión, habíamos mandado construir en mi gobierno anterior. Allí trasbordamos al helicóptero que nos llevó al lugar recuperado. Fue emocionante descender y estrechar la mano de los jefes y soldados que habían logrado el rescate. Muy a mi sorpresa, lo encontré vigorosamente fortificado.

Comprobé las dificultades de ese teatro de operaciones, lugar de nacientes de ríos que se originan en los propios taludes de la cordillera. Es, evidentemente, su línea de cumbres, una frontera natural, como muy acertadamente lo estimó el árbitro brasilero Díaz de Aguiar.

Momentos después, en nuestra base de operaciones de Comaina, pude apreciar las limitaciones que la naturaleza impone a los que tienen el alto destino de vigilar y resguardar nuestras fronteras. En poco tiempo retornamos plena posesión de todos los lugares donde habían ocurrido penetraciones. Afortunadamente, conservamos la serenidad en esa emergencia, y actuamos con firmeza y a la vez con cautela. Anunciamos caballerescamente nuestras acciones, con la debida anticipación, y nos abstuvimos de penetrar en territorio del país vecino. Gracias a esa política, no se produjo un conflicto de mayores proporciones, limitándose a un simple incidente fronterizo, prontamente superado.

Esta experiencia me demostró lo útil que es conocer bien hasta la última pulgada del territorio. Comprobar sobre el terreno, la realidad geográfica y buscar siempre, hasta donde sea posible, fronteras naturales, como la Cordillera del Cóndor, en la correspondiente demarcación territorial. Tal fue el criterio del esclarecido marino brasilero ya citado.

Gracias a Dios que aquel incidente – que nosotros no provocamos – no derivó en cuestiones mayores. Recuperamos lo propio sin ejercer represalias ni vendettas. La paz fue rápidamente restablecida.


Escrito por

Carlos Cabieses López

Senador (1963-1968 y 1980 -1985). Ex vocal del Consejo Superior de Contrataciones y Adquisiciones del Estado del 2001-2004 y del 2006-2009. Ha escrito los siguientes libros: Rescate de la memoria I (1956), Rescate de la memoria II (Primer Gobierno de Belaúnde)


Publicado en

Sacando al fresco

Aquí se escribe el libro Rescate de la memoria Nº IV