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Doce anécdotas sobre Belaunde Terry

Publicado: 2013-01-29

El Diccionario de la Real Academia define la anécdota como “una relación ordinariamente breve de algún rasgo o suceso particular más o menos notables”. Las que transmitiré al lector están, mayormente, contenidas en mis tres libros genéricamente titulados Rescate de la Memoria, el 56, Rescate de la Memoria II y Rescate de la Memoria III y las demás las he obtenido releyendo dos libros básicos para conocer bien a Belaunde. “La Conquista del Perú por los peruanos” y “Pueblo por Pueblo” originalmente aparecidos en 1959, reeditados en 1994 y que aún se pueden adquirir en las Librerías Minerva. Habiendo sido don Fernando un personaje singular, lo que se llama un “Fuori serie”, las anécdotas que traigo al recuerdo son verdaderamente reveladoras de su personalidad.

UNO

La primera que recuerdo tuvo para mí un impacto definitivo para valorarlo y bastará que el lector la conozca para que –con seguridad– comparta esa opinión. Ocurrió en 1956. A menos de dos meses de conocer a Belaunde lo acompañé al primer viaje que íbamos a realizar a Iquitos. Nos acompañaban Eduardo Orrego, Manuel Arce Zagaceta y Ernesto Ocampo.

Ya se habían realizado los mítines de Arequipa, Puno y Cuzco que habían sido resonantes éxitos. El recibimiento en Iquitos fue algo verdaderamente deslumbrante. Era impresionante la interminable cantidad de vehículos de todo tipo (automóviles, motocicletas, taxis, moto taxis, bicicletas) y gente a pie que nos acompañaron desde el Aeropuerto hasta el Hotel de Turistas y que nos hicieron prever lo que fue el mitin de esa noche: 12 de Mayo de 1956 que dicen, hasta ahora, que es el más grande que se ha visto en Iquitos.

Belaunde obtuvo en esa elección el 80% de la votación del Departamento de Loreto.

La anécdota concretamente relatada es ésta. En el viaje de ida conocí a una guapa muchacha que nos contó, a mí y a Orrego que regresaría en el mismo viaje nuestro. Eso motivó que conversáramos un poco más e intuimos que viajaba con el propósito de recabar información del mitin para el Ministro de Educación, que era su jefe. Y efectivamente al embarcarnos de regreso supe que llevaba en su cartera una misiva para el Ministerio. Me puse de acuerdo con Orrego para que la distrajera al bajar del avión y aproveché para sustraerle el sobre sin mayor esfuerzo.

Al dar cuenta de mi “hazaña” al Arquitecto, en el mismo Aeropuerto de Lima recibí de él la primera gran lección. Con el señorío que lo caracterizaba me reprimió con mucha cortesía diciéndome: "¿No sabe usted que la correspondencia es inviolable? ¿No es usted abogado?".

Muy confundido ante su reacción traté de justificarme alegando que nos interceptaban los envíos de firmas de adhesión, nos robaban las firmas que nos enviaban por correo, que destrozaban nuestra propaganda y que hasta nos agredían físicamente.

Y su respuesta y muy brillante lección fue: “Yo lo entiendo pero vea usted nosotros no podemos usar los mismos recursos, sino nos pareceríamos a ellos. Le ruego devuelva usted esa carta. No me interesa su contenido”.

Un amigo que leyó esta anécdota en Rescate de la Memoria me comentó: “Tú no has debido contar eso. A ti no te conviene”. Y le respondí: “No interesa que a mí me convenga o no. Interesa saber quién era Belaunde y cómo actuaba”.

DOS

El Comandante de la Guardia Civil que detuvo la marcha de Belaunde el 1º de Junio del 56 en la Plazuela de la Merced y a quien el Arquitecto le transmitió el plazo de media hora para que se inscribiera su candidatura se apellidaba Marroquín. He olvidado su nombre.

Transcurrieron los años y cuando Belaunde ejercía la Presidencia de la República en 1963, le correspondía al señor Marroquín su ascenso a general, lo que se produjo sin la menor oposición del Presidente.

Ese era otro rasgo de su personalidad. No tenía memoria para el agravio. Idéntica conducta pero mucho más encomiable adoptó en su segundo gobierno cuando debía nombrar el nuevo Jefe del Comando conjunto del Ejército y él no trepidó ni un minuto para nombrar a quien el escalafón y sus calificaciones recomendaban: al general Rafael Hoyos Rubio, quien había sido, como Coronel, el jefe del operativo que invadió Palacio de Gobierno el 3 de Octubre de 1968. La decisión de nombrarlo o no, era muy personal del Presidente de la República y nadie podría haberle discutido si no lo hacía. Pero lo hizo.

En contraste con esa nobleza de espíritu de Belaunde el señor Jorge Aubry (en ese tiempo cuñado del Arquitecto Belaunde) fue cesado en su cargo de Gerente General del Seguro Social, antes de un mes determinado el proceso electoral de 1956.

TRES

Un artículo expreso de la Constitución señala la obligación del Presidente de la República de presentar un Mensaje a la Nación los días 28 de Julio. Lo hace ante el Congreso. El 28 de Julio de 1964 cumplió Fernando Belaunde con esa obligación con la muy notable particularidad de que no fue leído, como era costumbre. Lo dijo de memoria, sin auxilio de papel o apunte alguno y era un Mensaje repleto de nombres de personas, lugares geográficos, cifras y datos numéricos. Y lo hizo con la mayor naturalidad, sin el menor titubeo o dificultad.

Fue un hecho verdaderamente inesperado que sorprendió inclusive a quienes conocían a Belaunde.

Si alguien duda de este relato que vea la revista Caretas de esa semana que calificó el hecho como “un portento de memoria”. Existe una palabra que a mí no me agrada que es “piconería”. Eso fue lo que llevó a los apristas a variar el texto en la Constitución de 1979 agregando “por escrito” a la expresión que obligaba a la presentación del Mensaje y clara demostración que hasta 1979 recordaron el discurso de 1963.

CUATRO

Idéntica situación de asombro suscitó Belaunde y ya en un ámbito internacional en 1967 cuando en la reunión de Presidentes Americanos en Punta del Este, Uruguay ante 21 Presidentes incluido el Presidente Johnson de Estados Unidos que habían leído todos sus discursos Belaunde pronunció un discurso de cuarenta minutos que no solo no fue leído, ni tuvo papel o apunte alguno, sino que fue el único que fue aplaudido y dos veces, tanto por lo conceptuoso de la expresión, como por la belleza de la forma.

La resonancia internacional de esa intervención provocó la espontánea recepción del pueblo en la Plaza de Armas a quien Belaunde le dijo: ¿Qué me aplaudes pueblo peruano si tú me enviaste? ¿Qué me aplaudes pueblo peruano si por tu boca he hablado?

Copia íntegra de ese discurso de Punta del Este figura en mi libro Rescate de la Memoria III y considerando que la mayoría de gente ni compra libros, ni lee libros, lo transcribo, en homenaje a mis lectores virtuales, al final de este anecdotario.

CINCO

Al asumir el gobierno en 1963 buscaba Belaunde terrenos estatales para realizar uno de sus grandes proyectos habitacionales y encontró el que había ocupado el famoso Hipódromo de San Felipe y lo escogió para desarrollar esa monumental obra que es el Conjunto Residencial de San Felipe que alberga a más de 1,600 familias en viviendas que no tienen nada que envidiar a otros departamentos de San Isidro o Miraflores.

La anécdota, que muy pocos conocen, es que más de uno – colega de profesión, correligionario o amigo – pretendían disuadirlo de la realización de la obra argumentando que era zona residencial, no apta para viviendas de interés social. Ese argumento no tuvo efecto en la decisión presidencial.

Hablando del Conjunto Residencial San Felipe, al visitarlo con mi esposa antes de la inauguración, encontramos que las cuatro grandes torres de 14 pisos estaban terminadas, al igual que los otros edificios. El guardián nos indicó que aún no habían instalado los ascensores. Y al precisarle que entonces solo subiríamos cuatro o cinco pisos y no más, el guardián nos contó que el día anterior el Presidente Belaunde había visitado la obra y había subido a pie hasta el último piso, el catorce. Y nos comentó lo agitados y cansados que estuvieron los edecanes y funcionarios que lo habían acompañado.

SEIS

Belaunde inició la campaña electoral de 1956 en la ciudad de Arequipa. Demostró con ello un verdadero olfato político no solo por la fama de rebelde que tenía Arequipa sino que en 1950 fue la única ciudad en rebelarse a Odría con el trágico desenlace de dos estudiantes que fueron asesinados cuando marchaban con las banderas de parlamento. También en Arequipa habían reprimido brutalmente una concentración de la Coalición Nacional que comandaba Pedro Rossell y ahí mismo había recibido un apoteósico recibimiento, en el mes de Febrero, el hijo predilecto de Arequipa, don José Luis Bustamante y Rivera.

Arequipa era pues, una ciudad preparada para recibir abrumadoramente a Belaunde el 15 de Abril de 1956. El éxito de Belaunde en Arequipa se conoció en todo el país y fue, como dicen; “el chispazo que incendió la pradera”.

SIETE

Me contó Ricardo Monteagudo ilustre cuzqueño, fraternal amigo y auténtico accio populista que la recepción a Belaunde en el Cuzco en 1956, el armado del estrado, luces, parlantes y propaganda lo hicieron casi exclusivamente los ingenieros que habían sido alumnos de Belaunde y que curiosamente (ahora se diría extravagantemente) se negaron, en masa a integrar posibles listas parlamentarias. El triunfo electoral en el Cuzco nos dio dos senadores y siete diputados.

Lamentablemente no fueron consecuentes con el movimiento que los llevó al congreso, sus nombres han sido olvidados.

OCHO

Para su gira electoral de 1956 Belaunde fue a Arequipa en avión y se movilizó a Puno y Cuzco en ferrocarril. Terminado el mitin del Cuzco ocurrió una anécdota que pinta de cuerpo entero la campaña del 56 que yo llamo gesta electoral.

Al día siguiente del mitin que fue tan exitoso como los de Arequipa y Puno, en la Plaza de Armas del Cuzco se acercó Belaunde a un taxista y le preguntó cuánto lo cobraba por “una carrera” a Lima. Pasado el aturdimiento del taxista, que se apellidaba Ismodes, el Arquitecto le explicó que quería contratarlo para viajar a Abancay, Ayacucho, Huancayo y Lima. Acordaron la suma a pagar y en ese auto viajaron el arquitecto Belaunde y Carlos Pestana, adelante y atrás Luis Felipe Calle, Javier Velarde Aspillaga y Luis Vier, todos arquitectos. El maestro y sus alumnos, ahora discípulos de civismo. Previamente tuvieron que comprar dos llantas nuevas y hacer una buena revisión del motor. Cuenta Pestana que este viaje a Abancay, Ayacucho y Huancayo se efectuó de improviso pues si bien es cierto que a Puno Arequipa y Cuzco había viajado gente para preparar las recepciones, ahora se improvisa van así: antes de entrar a esos pueblos el Arquitecto esperaba en las afueras que “le prepararan la plaza” como el mismo decía.

Era Luis Felipe Calle el más experto para lograr tomas de luz, si era tarde, para ubicar el lugar adecuado para el mitin, improvisar estrados con mesas y a veces buscando un par de cilindros que servían de estrados para que Belaunde hablara.

En esa época no era costumbre que los candidatos presidenciales recorrieran el país. Por lo tanto muchos electores se movilizaban a las concentraciones para conocer a este extraño candidato, a lo que se aunaba el mensaje nuevo y esperanzado de Belaunde. Bastaba el perifoneo desde un automóvil para convocar a los manifestantes.

Si era costumbre en esa época y aún hoy lo es, lamentablemente, llevar a los manifestantes en ómnibus y camiones. Y como en la campaña nunca hicimos eso y la pobreza era manifiesta surgió rápidamente un slogan que era muy nuestro.

Sin millones

Sin camiones

Sin matones

NUEVE

Designado para presentar a Belaunde en nombre del Frente de Juventudes, en el mitin del 15 de Abril de 1956 en Arequipa, el Ing. Jorge Alberto Melgar estaba muy nervioso al enfrentar a la multitud ahí reunida y apeló a un recurso muy perdonable y dijo: “Estoy muy emocionado por estar en la tierra de mi ilustre antepasado”. Una gran ovación interrumpió tan feliz inicio. Lo habían relacionado con el ilustre vate arequipeño Mariano Melgar.

Jorge Melgar era de San Martín. Desde ese momento a este gran amigo de Eduardo Orrego lo conocían como “el poeta”, fue diputado por San Martín, gran correligionario y mejor amigo cuya memoria veneramos. Escribió en pleno gobierno militar un libro que tituló “A Belaunde lo que es de Belaunde”.

DIEZ

Apenas iniciada la campaña electoral del 56 se presentó Carlos Pestana a ofrecer sus servicios. Javier Alva con el tono expeditivo que lo caracteriza le preguntó que más sabía aparte de ser arquitecto y ante la respuesta de que era aficionado a la fotografía, Alva le dijo: “Ya, está Ud. nombrado fotógrafo oficial de la campaña”. Y en realidad Pestana demostró ser un excelente fotógrafo. En la gira al Cuzco tomó muchas fotos del mitin, desde todos los ángulos y las llevó a revelar en un negocio, cerca de la plaza. Horas después Alva se encontró con el arquitecto Belaunde quien lo mostró unas fotos y le dijo: “Mira qué buenas fotos me han traído”. Eran las que Pestana había mandado revelar.

ONCE

Cuando el Arquitecto Belaunde le dijo al comandante Marquina que transmitiera al Gobierno que le concedía el plazo de media hora para que se inscribiera su candidatura un miembro del Frente de Juventudes Democráticos que vivía muy cerca dijo: “Tengo tiempo de ir a mi casa y regreso” y así hizo, fue, comió y regresó para después acompañar al Arq. Belaunde hasta su casa de Inca Ripac.

DOCE

A propósito de la inscripción de la candidatura de Belaunde en el Jurado Nacional de Elecciones volveré a contar lo que relató con mucha más amplitud, en Rescate de la Memoria, ese día el 1º de Junio de 1956 en compañía de Don Miguel Dammert Muelle, y donde tuve oportunidad de leer la resolución que nos mostró el Secretario General del Jurado Nacional de Elecciones, Dr. Carlos Carrillo Smith que “denegaba” la inscripción de la candidatura por “no haber alcanzado el mínimo de 20,000 firmas requeridas”.

Informamos ese hecho al Arquitecto Belaunde en su casa de Inca Ripac 108, Jesús María y a golpe de 11 p.m. Belaunde recibió un llamada de Alfonso Grados Bertorini de la Prensa que le comunicaba que había recibido copia de la Resolución que autorizaba su inscripción.

A pedido del Arq. Belaunde fuimos Miguel Damnert y yo al local de la Prensa, vi pues, en el mismo día, ambas resoluciones la que denegaba la inscripción y la que la autorizaba la inscripción. Soy pues, testigo de excepción de que la maniobra turbia e ilegal se realizó y después fue anulada. Este hecho determinó en anulación del viaje a Arequipa que estaba en marcha. Hasta hace unos años éramos tres; el Dr. Carrillo Smith, Miguel Dammer Muelle y yo, los testigos de este hecho, soy el único sobreviviente.


Escrito por

Carlos Cabieses López

Senador (1963-1968 y 1980 -1985). Ex vocal del Consejo Superior de Contrataciones y Adquisiciones del Estado del 2001-2004 y del 2006-2009. Ha escrito los siguientes libros: Rescate de la memoria I (1956), Rescate de la memoria II (Primer Gobierno de Belaúnde)


Publicado en

Sacando al fresco

Aquí se escribe el libro Rescate de la memoria Nº IV