Evocando a Belaunde
Para muchos peruanos de las nuevas generaciones la palabra política resulta ahora indisociable del chanchullo, la mentira, la intriga menuda, la sinvergüencería, y sobre todo la rapiña. Para que sepan que no siempre fue así, que en un pasado todavía reciente esta palabra expresó también en el Perú la generosidad, la probidad y la decencia, es necesario que vuelva la mirada hacia la figura de Fernando Belaunde Terry.
Mario Vargas Llosa
En este nuestro Perú que Basadre llamó “dulce y cruel”, al que Nicolás de Piérola calificó como un “territorio de desconcertadas gentes” y al que hoy podría denominarse como “el país del mal menor”, reconforta evocar la vida, la obra, la conducta y el ejemplo de tan probo ciudadano como Fernando Belaunde, paradigma de gobernante y estadista.
Cuando me cupo el honor de hablar en las exequias de don Fernando dije: “Somos nosotros los herederos del mensaje de Belaunde y siempre debemos hacernos dignos de él pues honrando su memoria, difundiendo su mensaje, divulgando su obra y ajustando nuestras vidas al ejemplo de la suya nos haremos más dignos del patrimonio moral que nos deja”.
El deber de memoria tiene el doble significado de recordar y de informar lo recordado a los que vienen después, de manera que se constituya en ellos el recuerdo de los demás.
A quienes tuvimos la fortuna de vivir y compartir las indiscutibles realizaciones de los gobiernos de Acción Popular nos corresponde evocarlas y divulgarlas, más aún en los momentos en los que vivimos, en los que – usando una frase de Nicolás de Piérola – “todo está falseado y retorcido”; cuando hemos tenido la amarga experiencia de ver a varios asumir el gobierno y traicionar sus promesas; cuando hemos sufrido el envilecimiento de la mayor corrupción política y económica de la historia; cuando nos han implantado – con carácter permanente – los diarios chicha y la televisión basura; cuando cualquier hijo de vecino es alcalde, parlamentario o director de un diario; cuando puede autotilarse analista político o politólogo (con título o sin título) cualquier pelafustán: cuando ser tránsfuga es casi sinónimo de “político maduro”; cuando los reciclados políticos aparecen y desaparecen sin que nadie los señale; cuando decir “la plata llega sola” no escandaliza a nadie; cuando es público, notorio y vergonzoso que somos el penúltimo país del mundo (antes de Haití) en nivel cultural, es preciso, urgente y necesario aclarar que no fue este el país que se vivió antes.
Hay una frase que define perfectamente a Belaunde. En su mensaje al Congreso de la República en 1981, dijo:
“La constitución impera, la ley rige y la libertad reine en la República, tales son, en síntesis, los mayores logros del régimen que me honro en presidir”.
Esas pocas palabras son la antípoda, el reverso, lo opuesto a lo que significa la lacra de una dictadura que tuvieron con Odría, en vez de constitución, la Ley de Seguridad Interior de la República que ni el habeas corpus – el más elemental de los derechos humanos – respetaba; con Velasco se tuvo el Estatuto del Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, en toda su época nunca hubo Ministros ni Viceministros Civiles. Gobernaban los cuarteles y se imponían “los goles de media cancha”, defendidos por sus “mastines”, los hombres de izquierda que son hoy sus apologistas. Y con Fujimori se llegó al envilecimiento político y económico con las subastas de las curules parlamentarias y de los bienes públicos nacionalizados, de cuyo monto de 7,000 millones de dólares nunca se supo el destino final.
El simple hecho de ser totalmente opuesto a la lacra moral que es una dictadura bastaría para, parafraseando a Basadre que dijo: “Castilla es lo mejor que tuvo el Perú en sus primeros cincuenta años” pudiéramos decir “Belaunde es lo mejor que ha tenido el Perú en los últimos cincuenta años”.
Y no solo merecería el calificativo por su acrisolada honradez, su respeto a la democracia, la Constitución y la Ley, sino porque su obra supera todo lo que antes de su gobierno se había hecho.
Tanto en Educción como en Salud Pública, en Vialidad como en Vivienda, en obras de irrigación como en obras eléctricas, en la incorporación de la Amazonía al desarrollo económico nacional, en construcciones hoteleras como en política portuaria y aeroportuaria, en construcciones navieras, hoteleras y aún carcelarias su obra fue verdaderamente monumental y si, en su época, se la quiso descalificar llamándola con desdén “simple obra material” ya nadie puede negar que a Belaunde se debe la infraestructura que hoy tiene el país.
El dijo, más de una vez, dos frases que nunca nadie ha rebatido: “De nueve irrigaciones del Perú, cinco se han hecho en mis dos gobiernos” y “de cada tres focos de luz que se encienden en el Perú dos son por obra de mis gobiernos”.
El espacio concedido a este artículo es muy breve para siquiera pincelar la vastísima obra de sus gobiernos.
Solo hay que resaltar dos aspectos de esa obra. El primero es su visión pues ya desde 1956 cuando aceptó la candidatura a la Presidencia de la República, en su Mensaje a la Juventud nos dijo poéticamente “teñiremos de verde el arenal” y ahí están Tinajones. Pañe, Aguada Blanca, Gallito Ciego, Olmos y Chavimochic. También dijo “Relinearemos de obras la carta nacional” y la vastísima obra de vivienda, hospitalaria, carreteras, puertos, aeropuertos, escuelas y hasta cárceles, en escalas no conocidas antes, no demuestran que ha sido el gran constructor del país?. Y en ese mensaje habló “del chispazo de la fuerza motriz que no ha llegado al a mayor parte del territorio patrio” y nadie puede negar el impulso a la energía eléctrica en sus gobiernos y en ese mensaje también habla de “la importancia de las carreteras trascontinentales e interandinas”. Nadie imaginó, en ese momento, que ahí estaba la concepción digna de un estadista: La Carretera Marginal que incorpora 2´200,000 has a la agricultura nacional.
Belaunde encaja perfectamente en lo que dijo Benjamín Disraeli: “el estadista es el que actúa pensando en las próximas generaciones y el gobernante es el que actúa pensando en las próximas elecciones”.
El gobernante común y corriente actúa pensando en lo inmediato, en lo que va a favorecerle a él o a sus seguidores, en lo que va a aumentar su popularidad, su sostén o su continuismo. En cambio el estadista concibe y ejecuta proyectos que sabe – muy bien – que no le van o dar réditos, ni ventajas, ni aplausos inmediatos.
El segundo aspecto, muy relevante, es el de las condiciones muy adversas en que gobernó.
Como aquí nadie tiene memoria hay que recordar que el General Odría tuvo la bonanza económica de la guerra de Corea, Velasco endeudó al país con 8,000 millones de dólares. Y hace diez años que vivimos, como dicen, con el “piloto automático” del alza de los minerales.
Ninguna de esas circunstancias económicas favorables tuvo Belaunde en sus dos gobiernos.
En esos gobiernos lo afectaron las crisis económicas mundiales de 1967 y 1983 (Desde la crisis de 1929 ha habido cuatro crisis, sin contar la de ahora De las cuatro, dos afectaron a Belaunde).
En su primer gobierno la mayoría parlamentaria apro-odriista fue tosca, grosera, inculta que es la definición de zafia. Le censuró 10 Ministros (algo que después no se ha dado con ningún gobierno) por los motivos más nimios y ridículos. Quiso eliminar el hermoso proyecto de Cooperación Popular y no le concedió facultades legislativas hasta el final de su mandato. Ha sido la oposición mas obtusa de que se tenga memoria. A pesar de la saña aprista, a Belaunde no le pasó jamás por su mente cerrar el parlamento, como tantos lo pedían.
En su segundo gobierno tuvo mayoría parlamentaria pero enfrentó:
La deuda externa de 8,000 millones de dólares que dejó Velasco. El servicio de la deuda que en su primer gobierno era el 15% del PBI, era ahora de 50%, un fardo económico terrible.
La crisis económica mundial de 1983.
El problema que significaba tener 230 empresas públicas cuando en 1968 fueron solo 29.
Las crisis de los sectores agrícola y pesquero, afectados por las confiscaciones del gobierno militar.
Los desastres naturales con 9 departamentos inundados y 8 con sequía, Total: 17, todos se reconstruyeron con la labor de INADE, ahí no hubo ni Chincha, ni Pisco, ni Ica.
La lacra del terrorismo.
Esas son las circunstancias adversas de sus dos gobiernos que hacen más encomiable, la enorme obra realizada. Por ello hemos querido evocar a quien ha sido sin duda alguna un estadista ejemplar.